El Silver Cloud y el Wind se iban a quedar pequeños, y la compañía tendría que aumentar la capacidad, para hacerse más global.
Basándose en las mismas instalaciones de la serie anterior, el Silver Shadow entra en servicio en el año 2000, con 28258 toneladas. Un mayor número de pasajeros, e instalaciones más grandes. Hay una evolución, pero siempre manteniendo el espíritu de elegancia atemporal y clásica que caracteriza a la compañía.
Sus 382 pasajeros son atendidos de forma impecable y perfecta, por una atenta tripulación de 295 personas, que se acordarán de su nombre cuando se embarque.
Una cubierta de piscina amplísima permite disfrutar de una navegación tranquila, o degustar los placeres gastronómicos del Pool Grill, en donde cada pasajero podrá hacer su propia barbacoa en piedras calientes. El spa y el gimnasio, ofrecen todas alternativas de salud y belleza de alguien que busque un crucero de gran lujo.
Como en el resto de los barcos Silversea, la experiencia es casi un “todo incluido”, para que cada euro valga la pena, y regresemos con unos recuerdos imborrables. Si optamos tanto por el restaurante principal o por el exclusivo “a la carte” Le Champagne, o la slow food del La Terrazza, las gastronomía está a un nivel altísimo.
Podemos comer plato a plato en las suntuosas suites exteriores, que van desde los poco menos de 30 metros cuadrados de la Vista Suite, a la Grand Suite de 133. Mayordomos, flores, chocolate de lujosas marcas italianas, hacen de nuestra estancia a bordo en algo perfecto con ambientación europea.